El pasado sábado a las 4 de la
tarde se daba la salida al triatlón de los Ángeles de San Rafael, dentro de la
provincia de Segovia.
Por delante uno de los triatlones
más duros que he corrido en mi vida.
Bocinazo de salida y primeras
brazadas a muerte. No nos han dejado calentar, y se nota. Mis brazos y hombros
van muy entumecidos y me cuesta agarrar agua.
Enseguida tomo la cabeza de la
prueba. Unas brazadas más tarde me alcanza el nadador Guillermo del “Tripi”.
Vamos en paralelo. El ritmo no es muy alto, pero las sensaciones son horribles.
Decido mantenerme “a pies”, para gastar lo menos posible, pensando en las duras
subidas que nos esperaban sobre las dos ruedas.
Alcanzamos la boya de salida y
cambio de sector. Transición bastante lenta.
Un salto y ya estoy sobre las dos
ruedas. Me abrocho los velcros de mis zapatillas y primer repecho. Me quedo
clavado. Rampa muy dura. Voy abriendo carrera, pero enseguida me pilla mi
compañero “Danilo”. Nos marchamos los dos en solitario. Por delante 20
kilómetros.
Acabado el tramo de enlace,
comienzan tres duras vueltas, la ida de continua subida y la vuelta de bajada,
con un par de rotondas que le dan un toque “kamikaze” a la prueba.
Seguimos a lo nuestro, Dani tira
la subida y yo la bajada. Por detrás, mantenemos la ventaja con nuestros
perseguidores.
Nuevo cambio de sector. Los
jueces no están atentos a la carrera y cuando llegamos no están preparados, por
lo que el segundo cambio es un poco desastre. Aún así, estoy espabilado y salgo
rápido a correr, abriendo ventaja con mi compañero de fuga.
El primer kilómetro es cuesta
abajo, por lo que el ritmo es alto. Pero enseguida viene lo duro. Fuerte
repecho de 200 metros que me deja clavado en el sitio. Pasito a pasito. Bajo la
mirada, acorto la zancada y hacia arriba, regulando.
Giro de 180º y compruebo que
llevo una buena ventaja. –Regula.
2º repecho de carrera a pie antes
del paso por vuelta. Esto sí que es duro. Me recuerda a las duras carreras de
cross de Cantabria.
Poco a poco. Ya estoy arriba, me
relajo un poco y a por la segunda vuelta.
De nuevo en el punto de giro,
compruebo que mi ventaja ha disminuido, por lo que no me puedo relajar ni un
instante.
Última subida, las piernas
amenazan con acalambrarse, la boca pastosa, con sabor a lactato, el corazón a
mil revoluciones. Ya veo la meta, último esfuerzo.
Entro en meta en primera
posición, tras un triatlón durísimo y con un encanto especial.
Más que contento, segunda
victoria de la temporada. Seguimos progresando.
Saludos y kilómetros.
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