martes, 16 de julio de 2013

DEBUT EN FRANCIA

Con la cabeza y el cuerpo pidiendo a gritos unos días de descanso, me presenté en Les Angles, un pequeño pueblo situado en los pirineos franceses. Y así debutar en la D3 francesa de triatlón.

El domingo a las 3 de la tarde se daba la salida a dicha cita, sobre el lago de Matemale. Por delante un triatlón de distancia sprint, en un entorno precioso, en plena naturaleza.



La salida fue caótica. No obstante, me las ingenié bien y me planté en primera línea de salida. Bocinazo y al agua. La salida a tope como siempre, intentando evitar los temidos golpes. Agarrones, golpes, puñetazos, una arrancada fuerte y consigo zafarme de los golpes.

Por delante se van tres triatletas. Hay un pequeño corte y me quedo en tierra de nadie, encabezando la caza de los fugados. Los hombros me duelen y el sobreesfuerzo de la salida me pasa factura. Mi ritmo decae un poco, pero compruebo que voy recortando distancias con los escapados, por lo que me lanzo en su caza.
Encarando la última recta, los tres escapados se desvían de la trayectoria, lo que aprovecho, y al llegar a la última boya les doy caza.

Salgo en 4ª posición del sector acuático.

Retomo la verticalidad, escucho un “super Sergio, allez, allez”,  y afronto la primera transición. Mareos, dolor de cabeza, las piernas no responden, menudo infierno. Encuentro mi Prestigio y a pedalear.

Enseguida formamos un grupito de unos 5 integrantes, por delante, un triatleta se marcha en solitario. Alcanzamos al fugado, pero a la vez somos engullidos por un gran grupo.

Mis sensaciones sobre las dos ruedas son pésimas. La cabeza me duele a rabiar y las piernas me arden. Cada aceleración del grupo se me hace agónico.

El grupo se cansa de ese ritmo crucero, y comienzan las hostilidades. Son continuos los ataques, y es imposible salir a todo. Las piernas no van como me gustaría y cedo. El grupo se hace añicos, yo me reagrupo con otros 10 triatletas. Así hasta el segundo cambio.

La segunda transición es peligrosa. La lluvia, una carretera bastante mala y muchísimo barro en la transición, que le dan un toque suicida a este nuevo cambio.

Me calzo las zapatillas y a correr. Parece que los últimos kilómetros de bici me han servido para recuperar. Las sensaciones ya no son tan malas y comienzo a reencontrarme.

Voy ganando posiciones, por lo sufro cada metro, en busca de puestos delanteros. La ruta de la carrera a pie se asemeja a una carrera de cross, de las que me gustan a mí, con barro y continuos sube-baja.

Llego al punto de giro y veo que hay un grupo de unos 5 triatletas bastante cerca. Cierro los ojos y a tope. Me lanzo en su caza. Poco a poco, consigo alcanzarles.
Acelero un poco cada vez que sobrepaso algún triatleta, intentando que no se peguen a mi estela. Da resultado. Atisbo la línea de meta, últimos metros. Sufro. Veo cerca 3 triatletas, les doy alcance, me abro hacia un lateral y lanzo mi sprint.

Consigo sobrepasarlos, para entrar en meta en 17 posición.

Descontento con mi carrera, sobre todo con el sector de ciclismo, donde las piernas no me respondieron y mis sensaciones fueron pésimas. Creo que la altitud del sitio me mató, ya que llegué con mucha fatiga acumulada. Menos mal que conseguí arreglarlo con una carrera a pie digna.

Muy agradecido al Billom Triathlon por darme la oportunidad de correr una prueba en el país vecino, y a todos sus integrantes por el trato recibido. 


Saludos y kilómetros! 


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